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viernes, 20 de enero de 2012

Desisto Y No

Hay tardes, como las de ayer, en las que simplemente desisto de recoger, desisto de cocinar, desisto de ordenar, y hasta desisto de caminar. Y si pudiera desistir de pensar seguro que también lo haría. Son días en los que el peque parece no querer ver nada en su sitio y todo lo que yo coloco él va detrás y lo vuelve a tirar. Está inquieto y se desespera. Y nos desespera.

Conozco esa faceta. Es su manera (y la de muchos otros) de llamar la atención y de mostrar su descontento ante algo que no sabe cómo expresar. Lo que traducido al lenguaje adulto significa: "¡Me aburro! ¡Quiero salir a distraerme y jugar ahora mismo!". 

Y si a esto le añades que justo ahora, y después de un montón de meses de dolores y molestias en la encía, es cuando sus dientecitos se empeñan en querer salir todos a la vez y que, como colofón, ayer le tocó vacuna de la varicela. El pobrecillo debe tener un volcán interior a punto de erupcionar y llevarse todo lo que encuentre a su paso.

Por eso, porque como su madre que soy, lo entiendo. Entiendo su frustración y su malestar. Y no desisto porque esté harta de recoger o porque mis esfuerzos sean infructuosos sino porque entiendo que su mensaje es de ayuda, de socorro. Y desisto para poder estar con él, para acompañarlo y hacerle pasar esos ratos de forma mas llevadera. Desisto Y No.

Solo hay que dar ese paso. Desistir de algunas obligaciones que pueden ser postergadas. Y no desistir de tu hijo, salir a pasear, calmarlo, distraerlo de lo que le pone irascible. A veces nos obcecamos y no sabemos verlo pero cuando lo hacemos, cuando escuchamos a nuestro propio instinto ¡cuánto agradecimiento recibimos!. 

Anoche me dormí con el eco de sus besitos chiquititos por toda mi cara y esta mañana, en cuanto se despertó, continuó por donde lo había dejado al dormirse, para que yo no pensara que había sido solo un sueño.


miércoles, 4 de enero de 2012

Cuando Hay Tormenta


Ayer fue un día extraño. Por primera vez en toda su corta existencia el peque consiguió hacerme soltar lágrimas de frustración. Para empezar, el día ya pintaba mal desde la mañana, yo creo que se fue con sueño a la guardería y  que al fin y al cabo uno no se levanta del mejor humor todos los días. El caso es que eso marcó el resto del día. En algún momento antes de que yo lo recogiera debió de quedarse dormido, lo suficiente para coger fuerzas pero no como para que fuese reconstituyente hasta el punto de ponerlo de mejor humor.

En el almuerzo comió un poco pero seguidamente cogió sus platos, el de la comida y el de la fruta y los tiró al suelo con sus contenidos incluidos. Hecho este totalmente impropio en él, he de decir. Lo regañé pero sinceramente pareció no importarle en lo absoluto. Pensé que tan poca implicación eran debidas al sueño que debía tener, pues en la guardería se les pasó comentarme que el niño ya había dormido algo. Así que, estando así las cosas, me dispuse a llevarlo a dormir. Craso error. 

Desde la cuna gritaba, tiraba las chupas, a todos y cada uno de sus muñecos y hasta después de toser por el esfuerzo consiguió vomitar parte del almuerzo. Vamos, que hizo acopio de todas sus armas. Tanta y tan seguida sucesión de armamento creo que fue lo que me descolocó, uno tras otro hicieron aparición y mi mente no pudo o no supo asimilarlo en ese momento. Estaba totalmente confusa buscando una explicación a tanto escándalo. Normalmente soy mas reflexiva, paciente y comprensiva pero hay días en que una está mas cansada que otros y simplemente no sabes reaccionar ante las circunstancias. Y ayer no supe, me bloqueé. Me ofusqué en tratar de hacerlo dormir y él en empeñarse en que no lo haría en su cuna. 

Para cuando llegó papá del trabajo, ya casi a las cinco de la tarde, nos encontró a los dos llorando, cada uno por su motivo y los dos porque a pesar de todo no nos gustan ese tipo de situaciones y ante todo queríamos estar juntos. Papá me llevó a nuestra cama para que descansara y se fue con el peque a su cuarto y a hablarle con ternura explicándole todo. Al final, ambos nos dormimos con sus dulces palabras y por el aire nuevo y fresco que supuso su llegada, con calma, con temple y sin saturación.

Al despertar, el peque y yo nos buscamos con desesperación y pasamos una hora en el sofá acostados, pegaditos y bien abrazados, como pidiéndonos perdón mutuamente por nuestra obcecación. Espolvoreados de vez en cuando por los besos de papi que fingía hacer sus cosas mientras nos observaba con atención. Y ya, mas tarde, decidimos salir los tres a dar un paseo para renovar los aires y despejar las mentes. ¡Qué bien nos sentó!

Hoy me siento algo desgastada por el mal rato de ayer pero en paz por la feliz conclusión, feliz por tener al peque y muy, muy feliz por tener a papi. Y tampoco dejo de pensar en que, por la noche, me llamó un amigo que en esto de los hijos ya tiene algo mas de experiencia, pues ya tiene el tercero en camino, que me dijo; ¿y por qué si veías que no se dormía simplemente no cogiste su cochecito y te lo llevaste a dar un paseo? seguro que se hubiera dormido por el camino y todos felices. 

Era tan fácil, pero simplemente me obcequé y el peque también. De alguna manera ocurrió lo que nunca ocurre, en algún punto, nuestra cabezonería, la mía y la suya heredada de mi, fue conjurada para chocar el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar y lo mas importante, entre nosotros dos. 

Durante los malos momentos, en el fondo de mí, no dejaba de pensar en si nuestra relación se resentiría después de ese quebranto pero luego me quedó claro que no, nos hemos unido mas, hemos visto de cerca lo que es alejarnos el uno del otro tan solo un poquito y no nos ha gustado nada.

Ahora pienso en abrir mi mente y en encontrar posibles soluciones a situaciones como esta. ¿Me ayudas?

sábado, 12 de noviembre de 2011

La Vecinita Del Primero Nunca Sonríe


Últimamente he estado dándole vueltas al tema de las rutinas en los niños. En si realmente les afecta tanto el no tener unadeterminada en sus siestas o en sus comidas. Tengo un hijo, y se que los cambios le suelen afectar pero, ¿que hay de los niños que no tienen rutinas?. Todos los estudios que he leído coinciden en que los niños se desenvuelven mejor con una rutina, se sienten mas seguros sabiendo qué es lo siguiente que va a ocurrir y no se sienten tan perdidos y desorientados. En cuanto al sueño, si observamos solo un poco al niño, podemos averiguar sus ciclos de sueño sin necesidad de recurrir a un experto. Hay mucho de intuición, observación y comprensión en todo esto.

Pues bien, los vecinos del primero tienen dos hijas, preciosas he de añadir, la mayor de unos dos años y la menor de unos tres meses. Hasta ahora, el padre se quedaba en casa cuidando de la mayor y la madre era la que trabajaba. Como está de baja maternal, están todos en casa. Entiendo que con un segundo bebé debe ser algo más difícil mantener una rutina, sobretodo al principio, pero en este caso he de decir que nunca la ha habido, al menos no una pauta fija y continuada. 

El caso es que nunca he visto a esa niña sonreír, siempre que la veo está malhumorada, o gritando y, por respuesta a cualquier cosa que le preguntes siempre tiene un no, enérgico y rotundo. Al principio no le di importancia, pensé que estaba en la edad de hacer esas cosas, pero los episodios se repiten una y otra vez. Manifestándose en diferentes formas según la fase por la que esté pasando, dígase grandes perretas, terrores nocturnos, celos por la nueva hermanita y un sin fin de distintos motivos justificados o no. Todo es acogido por ella de forma muy huraña. Es una pena pues como he dicho, es una niña preciosa y lo sería aún más si sonriera. Sus padres parecen llevar la situación con paciencia unas veces, y resignación, otras. Y de verdad, parecen ser buenos padres, y tengo comprobado que son muy buenos vecinos. Siempre muy atentos, siempre pendientes también de mi peque. 

Hace poco, tuvimos un familiar de visita en casa por tres semanas y no había manera de que el peque quisiera dormir en las noches porque no quería perderse la novedad del invitado. El peque se despertaba y lloraba porque quería salir de la habitación hasta que conseguíamos dormirlo de nuevo. Pues los vecinos, preocupados,  nos trajeron a casa un libro sobre recetas naturales para relajar y hacer dormir a los niños. ¡Hasta un frasquito de aceite de lavanda nos dieron!. Con esto trato de descartar que tengan a su hija descuidada, pues si con mi hijo son tan desprendidos he tenido ocasión de comprobar que con los suyos no lo son menos.

Hace cosa de un mes llegábamos nosotros tres a casa sobre las ocho de la noche, a tiempo para bañar, dar de comer al peque y justo para caer rendido a las nueve. Pues bien, cuando entrábamos al edificio, la familia del primero salía, (los cuatro). Como siempre, la nena iba enfurruñada y me respondió con un no y, un giro de cabeza con fruncimiento de morritos incluido, a mis intentos de charla. Luego, su madre me dijo que estaba de mal humor porque acababa de despertarse de la siesta... Quedé en shock, pues pensé, madre mía, si se levanta de la siesta a las ocho, ¿a que hora se acostará a dormir esta noche? ¿y a qué horas hace sus comidas? ¿y a qué hora se levanta? y un largo etcétera de ¿y...?. Si el efecto de una siesta tardía es ese ¿qué se puede esperar si todos los días siguen un desorden? como es el caso... 

Y que conste que no soy de las mamás super estrictas con los horarios. Intento mantener la rutina pero no siempre se puede, especialmente con nuestro peque, que desde que nació parece tener una prisa enorme por hacer vida de adulto. Así que de vez en cuando le hacemos algunas concesiones.

Los desórdenes en el sueño, en la duración del mismo y en las comidas (por nombrar los factores mas importantes), afectan mucho en el carácter y en el humor, no solo de un niño, sino de cualquier adulto. Sin ir mas lejos, mis hermanas y yo somos conocidas por empezar a convertirnos en "El Increíble Hulk" cuando se nos pasa la hora de la comida y no hemos comido. Según esto, en un niño el efecto debe ser demoledor. Y por lo que veo en mi vecinita, está totalmente comprobado. Creo que es por eso por lo que la vecinita del primero nunca sonríe.

Hacer continuamente siestas a deshora hace que se pierdan las horas de las comidas y posiblemente que la alimentación sea distinta en cantidades y en la dosificación. Falta de sueño y desorden en la alimentación afectan al crecimiento y como no, al carácter, a la concentración y a tantas otras cosas, que soy incapaz de enumerarlas todas aquí. El ser humano es tan complejo que conseguir un equilibrio es harto difícil. No todas las pautas se amoldan a todos pero hay unos consejos básicos que sí podemos seguir y que están basados en la experiencia de muchas personas durante muchos años. Siguiéndolos tendremos ya mucho camino andado.